Reforma 12
* Sólo Tengo 17 años
Raúl Campoy Robles
NAVOJOA, SONORA. 10 de Abril
de 2017.- En principio, el presente texto bien podría
pasar desapercibido o de entrada llamar la atención entre mis
lectores, en virtud que la gran mayoría de los temas que abordo en mis
artículos versan esencialmente sobre asuntos
políticos, educativos y de salud. No obstante, la lectura llama a la reflexión
ante la Semana Santa 2017 en la que las
autoridades de los tres niveles de gobierno hacen lo suyo para salvaguardar a
la ciudadanía en general.
En lo que a seguridad se refiere, protección civil estatal y
municipal, los medios de comunicación impresos y electrónicos así como los padres de familia y
especialmente los hijos juegan un papel importante en este contexto, a efecto
de evitar tragedias como la que aborda el siguiente poema, cuyo autor anónimo
llama a la conciencia de la juventud. Se titula: Sólo Tengo 17 Años.
El día de mi muerte, fue tan común como cualquier día de mis
estudios escolares. Hubiera sido mejor haber regresado como siempre, en el
autobús pero me molestaba el tiempo que tardaba en llegar a casa.
Recuerdo la mentira que le conté a mi mamá para que me
prestara su automóvil. Entre los muchos ruegos y súplicas, le dije que todos
mis amigos manejaban y que consideraría como un favor especial si me lo
prestaba. Cuando sonó la campana de las dos y media de la tarde, tiré los
libros al pupitre porque estaría libre hasta el otro día a las ocho cuarenta de
la mañana.
Corrí eufórico al estacionamiento a recoger el auto pensando
sólo en que lo habría de manejar a mi libre antojo. ¿Cómo sucedió el accidente?
Esto no importa, iba corriendo con exceso de velocidad, me sentí libre y
gozoso, disfrutando el correr del auto. Lo único que recuerdo es que rebasé a
una anciana, pues me desesperó su forma tan lenta de manejar.
Oí el ensordecedor ruido del choque y sentí un tremendo
sacudimiento. Volaron fierros y pedazos de vidrio por todas partes. Sentía que
mi cuerpo se volteaba al revés y escuché mi propio grito. De repente me
desperté, todo estaba muy quieto y un policía estaba parado junto a mí. También
vi a un doctor.
Mi cuerpo estaba destrozado y ensangrentado con pedazos de
vidrios encajados en todas partes, cosa rara... ¡no sentí ningún dolor! ¡Hey¡
No me cubra la cabeza con esa sábana. ¡No estoy muerto! Sólo tengo 17 años,
además tengo una cita por la noche! Todavía tengo que crecer y vivir una vida
encantadora, tengo mi futuro por delante! ¡No puedo estar muerto! Después me
metieron a una gaveta, mis padres tuvieron que identificarme, lo que me
apenaba, era que me vieran así, hecho añicos.
Me impresionaron los ojos de Mamá cuando tuvo que enfrentarse
a la más terrible experiencia de su vida. Papá envejeció de repente cuando le
dijo al encargado del anfiteatro: "Sí, ése es mi hijo". El funeral
fue una experiencia macabra.
Vi a todos mis parientes y amigos acercarse a la caja
mortuoria, pasaron uno a uno con los ojos entristecidos, algunos de ellos
llorando, otros me tocaban las manos y sollozaban al alejarse. Por favor,
alguien que me despierte. ¡Sáquenme de aquí!, no aguanto ver inconsolables a
mis padres, la aflicción de mis abuelos apenas les permite hablar, mis hermanos
y hermanas parecen muñecos de trapo.
Parecería que todos están en trance, nadie quiere creerlo, ni
yo mismo.¡¡Por favor no me pongan en la fosa!! Te prometo Dios Mío que si me
das otra oportunidad seré el más cuidadoso del mundo al manejar, sólo quiero
una oportunidad más.
¡POR FAVOR DIOS MÍO, SÓLO TENGO 17 AÑOS!
En espera que el
anterior poema al menos haya salvado una vida
en la Semana Santa 2017 y, que de
manera perene siembre la semilla de la reflexión y rinda tributo a la vida,
agradezco su lectura.
Por su atención, Gracias.